27.8.13
LA FORMACION DE LOS INTELECTUALES (GRAMSCI)
¿Son los
intelectuales un grupo social autónomo e independiente, o todos los grupos
sociales tienen sus propias categorías de intelectuales especializados? El
problema es complejo por las diversas formas que ha asumido hasta ahora el
proceso histórico real de la formación de las distintas categorías
intelectuales.
Las más
importantes de esas formas son dos:
Primera)
Todo grupo
social que surge sobre la base original de una función esencial en el mundo de
la producción económica, establece junto a él, orgánicamente, uno o más tipos
de intelectuales que le dan homogeneidad no sólo en el campo económico, sino
también en el social y en el político. El empresario capitalista crea consigo
al técnico de la industria, al docto en economía política, al organizador de
una nueva cultura, de un nuevo derecho. Es preciso señalar que el empresario
representa un producto social superior, caracterizado ya por cierta capacidad
dirigente y técnica, es decir, intelectual. Además de en su esfera de actividad
e iniciativas, debe poseer determinados conocimientos técnicos en alguna otra,
al menos en la más próxima a la producción económica. Debe ser un organizador
de masas, organizador de la "confianza" de los inversionistas en su
administración, de los compradores de su mercancía, etcétera.
Si no todos los
empresarios, sí un núcleo selecto, requerido por la necesidad de establecer las
condiciones más favorables para la expansión
de su clase, debe poseer una aptitud adecuada de organizador de la sociedad
en general, desde sus múltiples
instituciones de servicios hasta el organismo estatal. Y en todo caso, tiene
que tener la suficiencia para seleccionar y elegir a los "encargados"
o empleados especializados a quienes confiar esta actividad organizadora de las
relaciones generales al margen de la administración. Se puede observar que las
actividades de los intelectuales "orgánicos"'1* que toda
dase nueva establece consigo y que forma a lo largo de su desarrollo progresivo
son, por lo demás, “especializaciones” de los aspectos parciales de la
actividad primaria del nuevo tipo social surgido de la nueva clase.
También el
señor feudal2 poseía una competencia técnica especial: la militar;
la crisis del feudalismo se inicia desde el momento en que la aristocracia
pierde el monopolio de la capacidad técnico‑militar. Pero la formación de los
intelectuales en el mundo feudal -y en el clásico que le precedió‑ precisa de
un examen particular, ya que su aparición y desarrollo se producen por caminos
y medios que han de estudiarse
concretamente. Es de advertir que la masa de los campesinos, aunque ejerce una
función necesaria en la esfera de la producción, no crea intelectuales propios,
orgánicos, y no asimila ningún tipo de intelectuales tradicionales, a pesar de
que otros grupos sociales extrajeron muchos de sus intelectuales de esa misma
masa campesina y de que la mayoría de los intelectuales tradicionales son de
origen campesino.
Segunda)
En la historia,
todo grupo social "fundamental"3 que brota como expresión
de la nueva estructura en desarrollo -la que a su vez surge de las precedentes
estructuras económicas‑ ha encontrado, hasta ahora, las categorías intelectuales
preexistentes, que más bien se mostraban como representantes de una continuidad
histórica ininterrumpida hasta para las más complicadas y radicales
transformaciones de las formas sociales y políticas.
La más típica
de estas categorías de intelectuales es la de los eclesiásticos. Esta categoría
monopolizó por largo tiempo ‑toda una fase histórica simbolizada en parte4
por este monopolio‑ algunas actividades importantes: la ideología religiosa o
sea, la filosofía, y la ciencia de la época; y con ellas la escuela, la
enseñanza, la moral, la justicia, la beneficencia, etc. La categoría de los
eclesiásticos se puede considerar como la
jerarquía intelectual orgánicamente ligada a la primitiva aristocracia de la
tierra y estaba jurídicamente equiparada con ella, repartiéndose el ejercicio
de la propiedad feudal y el disfrute de los privilegios estatales enlazados a
la propiedad. Pero el monopolio de la supraestructura por parte de los
eclesiásticos no estaba exento de luchas y limitaciones; por eso surgieron en variadas y concretas formas
de investigación y estudio otras
categorías adecuadas y de mayor volumen, para reforzar el poder central del
monarca hasta el absolutismo. Así
comienza a formarse la aristocracia de la toga5 con sus propios
privilegios y jerarquías de administradores, científicos, teóricos, filósofos
no eclesiásticos, etcétera.6
Como estas
diversas categorías de intelectuales tradicionales se sentían con espíritu de
cuerpo, la historicidad de su cualificación se mantuvo ininterrumpida,
colocándose de por sí en posición autónoma e independiente del grupo social
dominante. Esta auto‑posición tuvo consecuencias, y de largo alcance, en el
campo ideológico y político. Toda la filosofía idealista se puede relacionar
fácilmente con este supuesto asumido por el conjunto social de los intelectuales,
y tal postura puede definirnos también el significado de utopía social que
orilló a los intelectuales a creerse independientes, autónomos, revestidos de
propia representación.7
Sin embargo hay
que advertir que si el Papa y los altos jerarcas de la Iglesia se estiman más
ligados a Cristo y a los apóstoles que a los senadores Agnelli y Benni8
no pasa lo mismo con Gentile y Croce, tomemos por caso. Especialmente Croce, se
siente estrechamente ligado a Aristóteles y a Platón y no oculta, sino al
contrario, su ligazón con los senadores Agnelli y Benni, y ahí es donde hay que
buscar las características más relevantes de la filosofía de Croce.9
¿Cuáles son los
"máximos" límites de la acepción de intelectual? ¿Puede hallarse un
criterio unánime para caracterizar las diversas y dispares actividades
intelectuales distinguiéndolas, al propio tiempo y en esencia, de las
correspondientes a otros grupos sociales? Me
parece que el error de método más extendido es haber buscado esta estimación de
lo diferencial en lo intrínseco de la labor intelectual, en lugar de situarla
en el conjunto del sistema de relaciones en el que ellos -y por consiguiente
los grupos que les personifican‑ vienen a unirse al complejo general de las
relaciones sociales. Ciertamente, por ejemplo, el trabajador o proletario
no se caracteriza específicamente por su labor manual o mecánica si su trabajo
no se sitúa en determinadas condiciones y relaciones sociales (aparte de la
consideración de que no existe trabajo que sea puramente físico; de donde se
desprende que la expresión de Taylor10 sobre "el gorila amaestrado"
es una metáfora para indicar un límite en determinada dirección. En cualquier
trabajo físico, aun en el más mecánico y descalificado, existe un mínimo de
calidad técnica, un mínimo de actividad intelectual creadora). Ya se hizo
observar que los empresarios, por su misma función, deben tener, en cierta
medida, una serie de cualidades de tipo intelectual, pero su personalidad
social no está definida por estas cualidades, sino por las relaciones sociales
generales, que precisamente caracterizan su posición de empresario en la
industria. Por consiguiente, podría decirse que todos los hombres son
intelectuales, pero que no todos tienen en la sociedad la función de
intelectuales.11
Cuando se
establece el distingo entre intelectuales y no intelectuales, en realidad se
está haciendo mención al inmediato ejercicio social de la categoría profesional
de los intelectuales; es decir, se considera la dirección en que recae el mayor
volumen de la actividad profesional: si se produce en energía intelectual o en
esfuerzo nervioso-muscular. Esto
significa que si bien se puede hablar de intelectuales, no podemos referirnos a
no intelectuales, porque el no intelectual no existe. Pero la relación
entre el esfuerzo de trabajo intelectual-cerebral y el muscular-nervioso, no es
siempre uniforme, ya que se presentan diversas calidades de ocupación
intelectual. No existe humana facultad de obrar de la que quepa excluir toda
intervención intelectual; no se puede separar el homo faber del homo sapiens12
En fin, todos los hombres, al margen de
su profesión, manifiestan alguna actividad intelectual, y ya sea como filósofo,
artista u hombre de gusto, participa de una concepción del mundo, observa una
consecuente línea de conducta moral y, por consiguiente, contribuye a mantener
o a modificar un concepto universal, a suscitar nuevas ideas.
Por tanto, el problema de crear un nuevo tipo de
intelectual radica en desarrollar críticamente la manifestación intelectual -que
en todos, en cierto grado de evolución, existe- modificando su relación con el
esfuerzo muscular-nervioso en un nuevo equilibrio, consiguiendo que éste, como elemento de actividad práctica general
que renueva perpetuamente el mundo
físico y social, se convierta en el fundamento de una nueva e integral concepción
del mundo.
El tipo
tradicional de intelectual se confiere vulgarmente al literato, al filósofo, al
artista… Por eso, los periodistas que se creen escritores, filósofos o artistas
se consideran también verdaderos
intelectuales. En la vida moderna, la educación técnica estrechamente conectada
al trabajo industrial, aun el más primario y descalificado, debe formar la base
del nuevo tipo de intelectual.13
Sobre este
principio ha trabajado el semanario L'Ordine
nuovo orientado a desarrollar ciertas formas del nuevo intelectualismo y a
determinar conceptos nuevos, y el hecho
de que el planteamiento corresponda a necesidades latentes y a la evolución de
las formas de vida actual, ha sido uno de los motivos que explican su éxito. El
modo de ser del nuevo intelectual no puede consistir ya en la elocuencia como
motor externo y momentáneo de afectos y pasiones, sino en enlazarse activamente
en la vida práctica como constructor, organizador y persuasor constante ‑pero
no por orador‑ y, con todo, remontándose por encima del espíritu abstracto matemático;
de la técnica‑trabajo se llega a la técnica‑ciencia y a la concepción
humanística‑histórica sin la cual se es "especialista", pero no se es
"dirigente" (especialista + político).14
Se establecen
así, históricamente, las categorías de intelectuales especializados para el
ejercicio de su función; se integran conectadas a todos los grupos
sociales y, especialmente, a los más
importantes, donde experimentan singular, fuerte y compleja formación
vinculados al grupo social dominante. Una de las características sobresalientes
de todo grupo en desarrollo hacia el poder es su lucha por conquistar y
asimilar la ideología del intelectual tradicional, y esto se produce con mayor
rapidez y eficacia cuando el grupo dado, pronta y simultáneamente, crea sus
propios intelectuales orgánicos.
El enorme
desarrollo ‑considerado en el sentido más amplio‑ adquirido por el movimiento y
la organización escolar en la sociedad que surge de la época medieval, denota
la importancia que en el mundo moderno asumieron las categorías y las funciones
intelectuales; indica cómo se ha buscado profundizar y ampliar la
intelectualidad de cada individuo y también multiplicar las especializaciones,
perfeccionándolas. De esto se derivan las instituciones escolares de diversos
grados y los organismos para promover en todo campo de ciencias y técnicas la
llamada "cultura superior".
La escuela es
el instrumento de preparación de intelectuales de diversas categorías. El
conjunto de la labor intelectual en los distintos Estados se puede apreciar,
objetivamente, por la cantidad de escuelas especializadas y la jerarquización
de que gozan. Cuanto más extensa es el "área" escolar y abundantes
los "grados superiores" de enseñanza de un Estado determinado, más
vigorosa es su esfera cultural y su sociabilidad. A semejanza, podemos
referirnos al campo de la técnica industrial. Y vemos que la industrialización
de un país se estima por sus instalaciones para la fabricación de máquinas herramientas
y por su fabricación de instrumentos y equipos de precisión. El país que
dispone de la mejor instalación para la fabricación de instrumentos para los
gabinetes de experimentación científica y para construir aparatos de
comprobación de tales instrumentos, puede decirse que es el más completo en la
esfera técnico‑industrial, el de mayor sociabilidad. Así ocurre en la
preparación de los intelectuales y las escuelas a tal fin; escuelas e
institutos de alta cultura son semejantes.
En esta materia
tampoco se puede desligar la cantidad de la calidad: a la preparación
técnico-cultural más elevada no puede dejar de corresponder la amplísima
difusión de la instrucción primaria y la
suma solicitud para favorecer al máximo a los grados intermedios. Naturalmente
que la necesidad de establecer la base más vasta posible de selección y
formación de intelectuales de calificación superior, es decir, de dar una
estructura democrática a la cultura y técnica superiores, no deja de tener inconvenientes,
pues, como sucede de hecho en toda sociedad moderna, se crea, de ese modo, la
posibilidad de grandes crisis de desocupación entre las capas medias
intelectuales. es.
Es de advertir
que la formación de los estamentos intelectuales en la realidad concreta no se
produce en un terreno democrático abstracto, sino conforme a procesos históricos
tradicionales muy precisos. Se crean por las capas que tradicionalmente
"producen" intelectuales y que son las mismas que habitualmente se
especializan en el "ahorro", o sea, la pequeña y la media burguesía
del campo y algunos estratos de las de la ciudad. La variada distribución de
los diferentes tipos de escuelas –clásicas y profesionales‑ en el terreno
"económico" y las diferentes aspiraciones de las varias categorías de
estas capas, determinan o conforman la producción de las múltiples ramas de
especialización intelectual. Así, en Italia, la burguesía rural presenta,
especialmente, funcionarios estatales y profesionales, mientras la burguesía
citadina procura técnicos para la industria. Por eso, en el norte de Italia se
forman, singularmente, los técnicos, y con similar particularidad, en el sur
los funcionarios y los profesionales.
La relación
entre los intelectuales y la esfera de la producción no es inmediata, como
sucede con los grupos sociales fundamentales, pero es "mediata", y en
diferente escala, en toda la trama social, en el conjunto de la supraestructura
de la que, precisamente, los intelectuales son funcionarios. Se podría estimar
lo “orgánico” de las distintas capas de intelectuales, su mayor o menor
conexión con un grupo social básico, fijando una graduación de las funciones y
de la supraestructura desde abajo hacia arriba, desde la base estructural hasta
lo alto. De momento, se pueden establecer dos grandes "capas" superestructurales:
la llamada, por así decir, "sociedad civil", que abarca al conjunto
de organismos vulgarmente denominados "privados" y la "sociedad
política o Estado", que corresponde a 1a función "hegemónica"
que el grupo dominante ejerce sobre toda 1a sociedad y al "poder de mando
directo" que se manifiesta en el Estado y en el gobierno "jurídico”15
Estas funciones
son, precisamente, organizativas y de conexión. Los intelectuales son los
"empleados" del grupo dominante a quienes se les encomiendan las
tareas subalternas en la hegemonía social y en el gobierno político; es decir,
en el consenso "espontáneo" otorgado por las grandes masas de la
población a la directriz marcada a la vida social por el grupo básico
dominante, consenso que surge "históricamente” del prestigio -y por tanto,
de la confianza- originado por el grupo prevalente por su posición y su papel
en el mundo de la producción; y en el
aparato coercitivo estatal, que asegura “legalmente” la disciplina de los
grupos activa o pasivamente en “desacuerdo”, instituido no obstante para toda
la sociedad en previsión de momentos de crisis de mando y de dirección, cuando
el consenso espontáneo declina.
Este
planteamiento del problema presenta una gran amplitud del concepto de
intelectual, pero sólo así es posible llegar a una concreción aproximada de la
realidad. Este modo de proyectar la cuestión choca con los prejuicios de casta.
Es verdad que la propia labor organizativa de la hegemonía social y del dominio
estatal dan lugar a una cierta división del trabajo y, por consiguiente, toda
una graduación de calificaciones, de alguna de cuyas matizaciones están
ausentes las atribuciones organizativas y directivas, ya que en el aparato de
dirección social y estatal existe toda una serie de empleos de carácter manual
y especializado, de sistema y no de concepto, de subalternos, no de jefes o
funcionarios. Pero, evidentemente, estas distinciones son necesarias, como se
precisará, también, hacer algunas otras. De hecho, la actividad intelectual
debe diferenciarse en grados, también desde el punto de vista intrínseco, pues
tal graduación, en momentos decisivos, ofrece una verdadera diferencia
cualitativa en sí. A los escalones superiores habrán de llevarse a los creadores
en las diversas ciencias, en la filosofía, en las artes, etc., y a los
inferiores, a los más modestos administradores y divulgadores de la riqueza
intelectual ya existente, acumulada.16
La categoría de
los intelectuales, entendida de este modo, se ha extendido en forma inaudita en
el mundo moderno. En el sistema social
democrático burgués se han creado imponentes masas de intelectuales que no se
justifican solamente para la atención de las necesidades de la producción, sino
también para las exigencias políticas del grupo básico dominante. De aquí la
concepción loriana del trabajador improductivo17 (¿pero improductivo
con referencia a qué y a cuál modo de producción?), la que podría disculparse,
en parte, si se toma en cuenta a ese núcleo que saca el mayor provecho de su
posición asignándose grandes ingresos sobre la renta nacional. La organización
de la masa ha nivelado a los individuos en su calificación y psicología,
determinando los mismos fenómenos que en las demás masas uniformadas: la
concurrencia, que plantea la necesidad de la organización profesional de
defensa de sus intereses, la desocupación, la superproducción escolar, la
emigración, etc.
Pluralidad de situaciones de los intelectuales
urbanos y rurales
Los
intelectuales de tipo urbano se encuentran enlazados18 a la
industria y unidos su suerte. Su tarea
puede compararse a la de los oficiales subalternos del ejército: no tienen
ninguna iniciativa autónoma en la elaboración y planeamiento de la producción;
relacionan, articulan a la masa de
trabajadores especializados19 con el empresario, preparan la
ejecución inmediata del plan establecido por el Estado Mayor de la industria, y
controlan las fases laborales elementales.El promedio de los intelectuales
urbanos se encuentra, por lo general, en situación muy uniforme; el resto se
confunde cada vez más con el verdadero Estado Mayor industrial.
Los
intelectuales tipo rural son, en su mayoría, "tradicionales", ligados
a la población campesina y a la pequeña burguesía de la ciudad (particularmente
de las pequeñas) aún no atendidas y puestas en movimiento por el sistema
capitalista. Abogados, notarios, etc., relacionan a la masa aldeana con la
administración estatal o local, jugando, por tanto, un gran papel político‑social,
ya que la actividad mediadora profesional difícilmente puede carecer de la
correspondiente relación política. En otras palabras, en la campiña, el
intelectual -ya sea sacerdote, abogado, maestro, notario o médico‑ goza de un
nivel de vida diferente, cuando no superior, al del aldeano medio, razón por la
cual representan el modelo social en la aspiración aldeana a salir de su
condición, mejorándola.
El campesino anhela
siempre que por lo menos uno de sus hijos llegue a ser intelectual ‑especialmente
le agrada el sacerdocio‑; es decir, que se convierta en señor, elevando así el
rango social de la familia y facilitándole la vida económica por la influencia,
que no dejará de tener, cerca de los demás señores. La actitud del aldeano
hacia el intelectual es doble y contradictoria: admira la posición social del
intelectual y del empleado estatal en general; sin embargo, a veces, fingen
despreciarla, o sea, que su admiración encierra rasgos parciales de envidia e ira.
No se entenderá nada de la vida colectiva aldeana ni de los gérmenes y
fermentos de desarrollo que contienen, si no se toma en consideración, si no se
estudia en concreto y no se profundiza sobre la influencia que sobre ellos
ejercen los intelectuales. El desarrollo orgánico de la masa aldeana está
ligado hasta cierto punto al movimiento de los intelectuales, en el que se
inspira.
Los
intelectuales urbanos son un caso distinto. Los técnicos de fábrica no cumplen
ninguna misión política sobre el conjunto de trabajadores especializados, ya
que, en definitiva, tal función correspondió a fases ya superadas. Y en
ocasiones sucede lo contrario: que la masa de trabajadores calificados, y
aunque sea a través de sus propios intelectuales orgánicos, ejerce influencia
política sobre los técnicos.
Como cuestión
esencial del problema se presenta la diferenciación entre intelectuales como
categoría orgánica de cada grupo social básico e intelectuales como categoría
tradicional, sobre cuya distinción emanan multitud de problemas y posibilidades
de investigación histórica.
Desde el ángulo
relacionado con el partido político moderno, la cuestión más interesante es la
que atañe a su verdadero origen, a su forma y desarrollo. ¿Qué dependencia
tiene el partido político con el problema de los intelectuales? Es preciso
tener presente algunas consideraciones. En primer lugar, para algunos grupos
sociales, el partido político no es más que el modo peculiar de crear su propia
categoría de intelectuales orgánicos ‑y así se forman, y no pueden por menos de
hacerlo dadas las características y condiciones generales del surgimiento, vida
y desarrollo del grupo social determinado- en el campo político y filosófico y
no en el de la técnica de producción.20 Y luego, porque el partido político,
para cualquier grupo, es justamente el mecanismo que en la sociedad civil cumple
similar función a la más vasta y sintetizada que practica el Estado en la
sociedad política. Es decir, procura la soldadura entre los intelectuales orgánicos
del grupo dominante y los intelectuales tradicionales; y el partido cumple esta
misión subordinada a la esencial de preparar a sus componentes, elementos de un
grupo social que nace y se desarrolla en lo económico, hasta convertirlos en
intelectuales políticamente calificados, en dirigentes y organizadores de toda
clase de actividades y funciones inherentes a la evolución orgánica de la
sociedad, en lo civil y en lo político. De tal forma, puede decirse que, en su
ámbito, el partido político realiza su misión más completa y orgánicamente que,
en una esfera más amplia, cumple el Estado la suya. Un intelectual que entra a
participar en el partido político de un específico grupo social se integra a
los intelectuales orgánicos del mismo, se conecta estrechamente al grupo, lo
que no sucede con la participación en el medio estatal más que relativamente,
salvo en algunas ocasiones. De ahí, que muchos intelectuales piensan que son el
Estado, creencia que, dada la masa imponente de la categoría, ha adquirido en
ocasiones notoriedad y creado especiales complicaciones al grupo económico básico
que realmente es el Estado21
La
consideración de que todos los miembros del partido político deben ser
estimados como intelectuales, es algo que quizá se preste a motivo de burla y
de ridículo, pero, si se reflexiona, nada más exacto que esta afirmación. Podrá
haber diferencias graduales y, sin embargo, lo importante no es el mayor o
menor volumen de más o menos alta graduación en la composición del partido, sino
su función directiva y organizativa, educativa, es decir, intelectual. Un
comerciante no ingresa en el partido político para comerciar, ni un industrial
para fabricar más y a menor costo, o el campesino para aprender nuevos métodos
de cultivo de la tierra, aunque algunos aspectos de las exigencias del
comerciante, industrial o campesino pueda satisfacerlas el partido político.
Para estas exigencias, dentro de ciertos límites, están los sindicatos
profesionales, donde las actividades económico-corporativas del comerciante,
el industrial y el campesino encuentran el marco adecuado. En el partido
político, los componentes del grupo social económico superan esta preocupación
de su desarrollo histórico y se transforman en agentes de actividades generales
de carácter nacional e internacional. Esta función del partido político se aprecia
mejor después de hacer un análisis histórico concreto del modo en que se
desarrollan las categorías orgánicas y tradicionales de los intelectuales,
tanto en el terreno de los diferentes aconteceres históricos nacionales como en
la evolución de los distintos grupos sociales más importantes en el cuadro de
los diversos países, especialmente de los grupos cuya vida económica se basa
fundamentalmente en el trabajo especializado.
************
N
O T A S
*Mientras no se especifique
lo contrario, todas las notas son del editor italiano.
1 El "intelectual
orgánico" es otro de los conceptos fundamentales originados por Gramsci.
El intelectual orgánico es, según sus propias palabras, el que emerge
"sobre el terreno” a exigencias de una función necesaria en el campo de la
produccion económica. Así, por ejemplo, el empresario capitalista crea consigo
al técnico de la industria, etc. A su vez, el obrero instituye al organizador
sindical, al revolucionario profesional y, también, a organizadores de una
nueva cultura, etcétera.
2. De feudo. Eran llamados
"feudales" los bienes concedidos por el rey o por los grandes señores
a sus fieles, en pago de los servicios prestados de carácter militar. En el
feudo, el señor tenía todos los poderes. El feudo se caracterizaba, también,
por un tipo particular de economía que buscaba producir en sus dominios todo lo
que le era necesario. Por eso, los intercambios eran limitadísimos, y los
campesinos se hallaban indisolublemente ligados a la tierra que cultivaban, en condición de siervos de 1a gleba. El sistema feudal se difundió en Europa, por
los franceses, en el siglo VIII y sólo fue definitivamente barrido por la vía
de la revolución burguesa.
3. Esenciales son los grupos
de la sociedad (clases) que históricamente se encuentran en disposición de
asumir el Poder y la dirección de las otros clases, como, por ejemplo, la
burguesía y el proletariado.
4. E1 Medievo, es decir, el
período que va, aproximadamente, desde la caída del Imperio Romano (476 d. de
C.) hasta el descubrimiento de América en 1492.
5. Los juristas y los
abogados.
6. Gramsci se refiere al
establecimiento de una cultura laica (no eclesiástica) surgido en conexión con
la formación y desarrollo de la monarquía absoluta en Europa, el reino de
Federico II y los señoríos en Italia y en función de las necesidades
administrativas, diplomáticas y de otro orden, más bien que de las exigencias
del prestigio cultural de las Cortes.
7. La relación entre la
utopía, que hace a los Intelectuales creerse independientes de la clase
dominante, y la concepción idealista, está en el hecho de que, según tales
concepciones es el pensamiento, la idea, lo que crea la realidad, y no
viceversa.
8. Dos de entre los
principales exponentes del capitalismo italiano, accionistas, respectivamente,
de la FIAT y de la Montecatini.
9. A propósito de
esta frase, Croce desmintió que hubiera conocido a Agnelli y a Benni. Pero
evidentemente Gramsci no alude a una relación física o material, sirve al hecho
de que Croce había vertido al terreno de la cultura las exigencias económicas y
políticas del gran capital italiano en una determinada fase de su desarrollo
10. Federik Taylor (1856‑1915),
Ingeniero norteamericano, fundador de la organización científica del trabajo,
tendente a aumentar la productividad mediante una explotación más racional del
trabajo de los obreros y algunas innovaciones en el sistema de producción.
11. Así, puede suceder que
en alguna ocasión se tercie el freirse uno un par de huevos o coserse un
desgarrón de la chaqueta, lo que no significa que se sea cocinero o sastre.
12. Literalmente uomo fabbro (el forjador) simboliza el
trabajo manual. Y uomo sapiente (el sabio),
significa la actividad intelectual.
13 No es por azar que, en la Unión soviética, 1a escuela
politica es decir, científico‑técnica, sea la base de la enseñanza..
14 El tipo de intelectual que simboliza Gramsci
es el intelectual ligado orgánicamente al desarrollo de la organización
politica de la dase obrera. Este nuevo tipo de intelectual dirigente nada tiene
que ver con ciertas figuras inveteradas de caudillos políticos que se confiaban
preferentemente en la oratoria y en la emoción. Por el contrario, el
conocimiento de los problemas de la producción, de la técnica y de la economía
deben acompañarle, junto con una visión general histórico‑humanística de la
realidad a modificar.
15. Encontramos
formulado, de modo sintético y sumamente claro, uno de los pensamientos
gramscianos más importantes, el de la dictadura (dominio) y hegemonía
(dirección intelectual y moral), entre coerción y consenso Toda clase, para afirmar
su poder, debe ejercer la dictadura sobre las clases antagónicas, pero al mismo tiempo debe asegurarse
la dirección de las clases y capas sociales no antagónicas. La relación entre
aquellas dos entidades, ambas esenciales y connaturales con la realidad del
poder y del Estado no se manifiestan por Gramsci de modo abstracto, es decir,
de una vez por todas. Esa relación se determina históricamente según la
situación objetiva, estados de fuerza, etc. Queda, sin embargo, como cierto,
que ninguna de las dos entidades es eliminable –al menos hasta que desaparezca a Estado‑ y que la
entidad consenso es no sólo fundamental, sino indispensable para la conquista
del Poder y su mantenimiento y robustecimiento para la construcción de una
sociedad nueva. El pensamiento gramsciano constituye un desarrollo original de
la doctrina leninista de la alianza de
clases.
16. En este
caso, la organización militar se presenta como modelo de este conjunto de
graduaciones: oficiales subalternos, oficiales superiores, Estado Mayor; sin olvidar la clase de tropa, cuya importancia real es mucho mayor
de lo que se piensa. Es de notar que todos estos escalones Se sienten
afianzados.
17. El concepto de
trabajador improductivo se expone, entre otras obras, en el Corso di economía política de Loria publicada
en 1909 y luego reeditada. Según Loria, trabajadores improductivos son las
poetas, las filósofos, escultores, escritores de todo tipo, abogados,
profesores, etc., quienes entran en pugna con los propietarios capitalistas, ya
que éstos desearían aumentar al número de disponibles a su servicio para
pagarles menos, mientras que a aquéllos les interesa lo contrario Es una de tantas
extravagancias de Loria.
18. Junto a la que viven.
19. Las observaciones de
Gramsci, válidas, en general, en el período en que las escribió, se amplían
ahora. Estos intelectuales asumen, en la actualidad, nuevas funciones y no sólo
técnicas, sino de organización de la voluntad de los obreros en apoyo a la
dirección administrativa de la empresa a fin de aumentar la productividad
(beneficios, en el régimen capitalista) conforme al ejemplo que presentan los
técnicos fabriles en los Estdos Unidos. Su influencia política directa sobre
los obreros puede ser observada en nuestros dias.
20. Gramsci se refiere aquí a
la clase trabajadora, quien, a través de su partido, crea sus propios
intelectuales orgánicos. “En el campo de 1a técnica de producción –añade
Gramsci en una nota‑ se forman los estratos que podríamos decir equivalen a las
clases de tropa del ejército, o sea, los trabajadores calificados o
especializados de la ciudad y, mejor aún, los medieros y colonos en el
campo:"
21 Gramsci alude a las
contradicciones que, en ocasiones, pueden surgir entre determinados políticos
que dirigen oficialmente el Estado y la fuerza económica, pero que, en
realidad, son agentes o, como dice frecuentemente Gramsci, empleados.